Las mujeres han
jugado un papel decisivo en las reivindicaciones obreras a lo largo de la
historia. En este primero de mayo, queremos recordar a todas las hermanas que
arriesgaron su vida en la lucha por unas condiciones de trabajo dignas para
toda la clase trabajadora. Ellas iniciaron el camino que hemos de seguir, el de
la lucha por la emancipación y por la igualdad, y no podemos permitir que su
figura caiga en el olvido, enterrada por el androcentrismo.
Conocemos bien las
dificultades a las que las mujeres se tienen que enfrentar en sus puestos de
trabajo en comparación con sus compañeros varones: una brecha salarial que
implica que las mujeres perciban de media en torno a un 23 % menos que los hombres, mayor temporalidad, mayor precariedad, mayor
parcialidad no deseada y mayores tasas de desempleo.
A estas
dificultades, hay que sumar la carga que supone la jornada de trabajo en el
hogar que tienen que afrontar quienes son trabajadoras asalariadas y se ocupan
paralelamente de las labores domésticas y de cuidados. Cuidar, cocinar,
limpiar, fregar, barrer, ordenar, lavar, tender, planchar o gestionar la
economía familiar también es trabajar.
En este primero de
mayo, queremos reivindicar que el trabajo es una noción amplia que trasciende
el significado del término “empleo” y que incluye todas aquellas actividades de
producción y de reproducción que se desarrollan en el seno de una sociedad. Históricamente,
la división sexual del trabajo nos ha condenado a la explotación sin
remuneración, a la dependencia del varón y nos ha relegado al ámbito del hogar.
Con la incorporación de las mujeres al trabajo asalariado, esto no se ha
resuelto, sino que nos hemos visto abocadas a lidiar con dobles y triples
jornadas laborales.
Queremos
visibilizar todo el trabajo no remunerado y apenas reconocido que realizamos
las mujeres en el ámbito del hogar. El trabajo de cuidados, “mano invisible de
la vida cotidiana”, es un trabajo gratuito, en condiciones de explotación, sin
horarios, sin vacaciones y sin seguros sociales sin el cual el capitalismo
difícilmente podría sostenerse.
Exigimos que la
gestión de los cuidados sea una cuestión de responsabilidad social y política
que no quede circunscrita únicamente al ámbito del hogar, como cuestión privada
atribuida a las mujeres, sino que implique a la sociedad en su conjunto.
Porque nuestros
cuerpos y nuestras vidas merecen una economía donde el bienestar se ponga por
delante de los beneficios. Porque apostamos por una lógica del sostenimiento de
la vida por encima de la lógica capitalista. Porque no queremos un 1º de mayo
anclado en visiones productivistas y porque apostamos por unas vidas que
merezcan la pena ser vividas.