Libres y empoderadas

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jueves, 10 de diciembre de 2015

#DESMONTANDO EL PATRIARCADO: "EL PATRIARCADO CAERÁ CUANDO CAIGA EL CAPITALISMO".


Me cuentan, querido amigo, que la lucha feminista es una lucha innecesaria, porque cuando acabemos con el capital, el machismo desaparecerá y sólo será un mal recuerdo. Me dicen además que luchando por la igualdad de género evidenciamos una falta de conciencia y que dividimos la LUCHA, la de verdad, la buena.
Y yo me pregunto muchas cosas, querido. Me pregunto de dónde viene el machismo, a qué se debe. Me pregunto dónde está la mitad de la población en tu imaginario político y cómo tú y un buen número de HOMBRES habéis llegado a la misma conclusión. Me pregunto también cómo queréis acabar con el capitalismo ninguneando y en algunos casos hasta maltratando a la mitad de vuestra clase. Y no puedo evitar preguntarme por qué coño me tengo que esperar a que se termine una opresión para que me traten como una igual. ¿O es que estás esperando a que se instaure la dictadura del proletariado para dejar de llamarme “puta”? ¿No puedes dejar de ocupar el espacio hasta que no caiga el último patrón? ¿Nos seguirán infantilizando hasta que se socialicen los medios de producción? Y digo yo ¿Por qué no empiezas a hacer todo esto YA?
El día en que todos los proletarios del mundo se unan, se acaben las clases sociales y expropiemos los medios de producción, el día que desaparezca el Estado y construyamos al fin el mundo nuevo que llevamos en nuestros corazones… ese día NO acabará la opresión de las mujeres. Sería un súper-combo perfecto y ya nos gustaría a nosotras, pero no cuela. Los obreros también violan, también amenazan, también menosprecian. El machismo es la consecuencia de un sistema patriarcal, que es independiente del sistema económico, por más que sepamos que efectivamente, el capitalismo es un sistema opresor y asesino y que ambos operan en connivencia, retroalimentándose. La lucha feminista es por lo tanto igual de importante que la lucha anticapitalista, y la lucha contra cualquier otro tipo de opresión, y esto es algo que deberíais comprender cuanto antes porque corréis el riesgo de quedaros sin efectivos.
 “No soy feminista, soy anarquista/comunista” es una frase estrella, pero ¿sabes una cosa? No es algo excluyente. En serio, puedes ser feminista y lo que tú quieras (menos capitalista, que no cuela). Es más, deberías ser feminista si luchas contra la opresión… que tu género sea el que ejerce la opresión no significa que tú debas ignorarla. Si no te consideras feminista igual deberías revisarte la ideología, aunque “revisionista” sea una palabrota muy fea. 
A algunos os he oído también decir, “compañeros”, que vosotros sólo veis personas, que la igualdad es algo que tenéis tan asumido que no diferenciáis entre hombres y mujeres, y eso me desconcierta. Supongo entonces que tenéis tal capacidad de crítica, auto-revisión y aislamiento de las construcciones sociales que sois capaces de superar y obviar la educación que habéis recibido, los mensajes de los medios y la cultura y a vuestras propias compañeras que se definen como mujeres. Pero me desconcierta aún más que viendo sólo personas actuéis simple y llanamente como MACHOS.
Que no, amigo, que no, que me entusiasma tu idealismo, que me alegro de que seas tan tan inteligente y capaz que tú solito hayas derrocado el patriarcado en tu interior, pero la lucha feminista es necesaria, urgente y transversal. No somos las feministas menos anarquistas, menos comunistas, menos antifascistas y anticapitalistas; no dividimos la lucha porque solo hay una lucha, sois vosotros los que veis luchas opuestas, los que os empeñáis en hacer del feminismo una cuestión de segunda sin querer comprender que es una cuestión de clase y que sin feminismo no hay revolución.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

#DesmontandoElPatrarcado: "¿Y las denuncias falsas?"




“Es que hay mujeres que denuncian en falso”
Es una frase tan, tan pero tan hiriente, que no sé ni por dónde cogerla.
La respuesta “fácil”, la respuesta “cómoda” es centrarme en los datos estadísticos. Sobre eso, no hay duda, no hay dilema: las denuncias que se tipificaron como falsas en violencia de género no superan el 0’01% -datos del CGPJ entre 2009 y 2013-.
No voy ni a molestarme en comparar con denuncias falsas en otros delitos como, por ejemplo, robo con violencia (aunque me ha impresionado el dato de que en 2014 en Valladolid el 60% de las denuncias de robo con violencia fuesen falsas, sólo como curiosidad eh, no os pongáis susceptibles).

Y habrá quien me diga “pero niña (sí, últimamente me llaman mucho niña, ¿por qué será?) si hay un montón de denuncias que se archivan y mujeres que no declaran... eso significa que son falsas”. Vamos a ver, despacito y buena letra: precisamente hay un montón de denuncias que se archivan porque vivimos en un sistema altamente garantista con los agresores de manera que, si no hay pruebas “contundentes”, el caso se archiva;  no  es que sea una denuncia falsa, es que no hay pruebas suficientes como para decidir a favor o en contra.

Y ahora vamos con la pregunta del millón: ¿pero por qué no hay pruebas? ¿por qué hay muchas mujeres que no declaran? ¡Ay madre! que os voy a descubrir la gran verdad sobre la violencia de género en pareja: se da en la intimidad. 
En la intimidad: donde el agresor considera que tiene impunidad y derecho; lo que toda la vida se ha llamado lo privado o, acercándonos al refranero, eso de los platos sucios se lavan en casa. Y vamos a rizar el rizo: cuando no hay violencia física, sino psicológica, aunque te dicen que es denunciable y que no te calles, resulta que vas a un juzgado diciendo que te llama puta o que continuamente te controla con quién hablas o qué haces, y de repente, delante del juez, el fiscal, los abogados (tendrás suerte si hay una mujer más en la sala) te encuentras justificándote, intentando no parecer una histérica -eso que él te dice que eres todos los días de tu vida-, mientras que él se mantiene con esa sangre fría, negando con la cabeza. Y te dicen que es tu palabra contra la suya, que no se pueden gastar los recursos en estas tonterías. Y te vas a casa –con él- y aún nos llevamos las manos a la cabeza cuando meses después, apareces “muerta” en tu casa. ¡¡Si nunca te había pegado!!¡¡Si archivaron tu denuncia, mentirosa!!

Es aquí donde me importan una mierda los datos estadísticos. Porque nadie que no lo haya vivido podrá entender lo que significa poner una denuncia a tu pareja, al (que algún día será) padre de tus hijos, al que se supone que libremente elegiste querer.
Quien diga que las mujeres denuncian en falso no pueden ni imaginar lo duro y lo doloroso que es ir a una comisaría a decir “este hombre al que quería –al que quiero, a veces- tanto, este hombre que me dijo que me cuidaría y me mimaría como nadie lo había hecho hasta ahora, me está arruinando la vida. No como, no duermo, no puedo ni pensar, porque sus palabras se repiten una y otra vez en mi cabeza: no valgo, lo hago mal, soy una inútil, o una lista de los cojones, soy una zorra, mis amigas son unas putas que sólo quieren malmeter, mi familia nunca me ha apoyado...”. Le he querido –le quiero-, le he abrazado, me he acostado con él -a veces por amor a veces con miedo-, nos hemos ido a vivir juntos, nos hemos casado, hemos tenido hijos. Y aquí estoy, delante de un guardia civil/de un policía, poniendo por escrito todo el daño que me ha hecho la persona con la que he elegido estar. Me siento tonta, me siento ridícula, me siento culpable, dudo si después de tanto sufrimiento él va a cambiar y yo voy a rendirme ahora. Y por encima de todo, sigo pensando en cuidarle, me preocupa arruinarle la vida.

Porque cualquiera que escuche cinco minutos a una víctima de violencia de género, oirá eso: "no quiero meterle en líos, no quiero perjudicarle, sólo quiero vivir tranquila".
No olvidemos que no se trata de un desconocido, un desgraciado que te ha atracado y quieres que le pillen y le encierren. No. Se trata de alguien con quien has pasado momentos maravillosos (casualmente justo antes o después de haberte insultado, ninguneado, ignorado), de alguien que te ha prometido que sólo se le ha ido de las manos pero que va a cambiar. Se trata de alguien que te ha hecho sentir tan culpable y tan miserable que dudas si no serás tú la que le maltrataba a él.

Con todo esto, le detienen. Y llegas a un juzgado. Posiblemente no hayas hablado con tu abogado antes de ese momento, puede que en tu vida hayas visto un juzgado por dentro. Y te piden que cuentes todo, con pelos y señales, mientras él clava su mirada en tu nuca. Sientes su respiración, tú, que conoces mejor que nadie sus gestos y sus silencios, puedes sentirlo detrás de ti. Y con todo ese pánico en el cuerpo, esperan que seas coherente, que describas con detalle fechas y palabras.
Todo esto, si llegas a entrar a la sala. Porque infinidad de veces tu abogado te pregunta si estás segura, que le puedes arruinar la vida, que ha hablado con su abogado y está arrepentido y le ha dicho que si es lo que quieres, te va a dejar tranquila. Cree que estaba llorando.
Se me olvidaba que en este lapso de horas, has hablado con tu familia y puede que te hayan dicho que si no has exagerado. También se me olvidaba que durante meses, si no años, la gente por la calle te va a preguntar “mujer, ¿pero qué has hecho? Si parecíais tan felices, pobre hombre...”. Te van a preguntar si no has pensado en el tiempo que llevabais juntos, en el bienestar de los niños (¡y los niños! ¡¿es que nadie piensa en los niños?!), te van a acusar de haber denunciado para divorciarte más deprisa (¿?) o si lo has hecho para tener una paguita (¡¿?!) ...
Te van a poner en duda personas de tu familia, algunas amistades, las fuerzas de seguridad, en el juzgado,...Te vas a poner en duda tú misma. Y durante tiempo, te vas a sentir como una auténtica mierda.

Y ahora es cuando vuelvo a preguntar, ¿alguien cree que una denuncia así se puede poner en falso, sólo para molestar? ¿alguien pasaría gratuitamente por todo ese sufrimiento pudiendo romper una relación de forma amistosa?