La pasada semana se producía la
detención de un joven de 19 años por acosar sexualmente a compañeras de su
instituto, el IES Luís de Lucena, de Guadalajara. Los distintos medios, locales
y nacionales, contaban cómo el agresor, que ya tenía antecedentes de carácter
similar, habría realizado tocamientos de carácter sexual contra al menos 11
alumnas de su mismo centro escolar contra su voluntad. Las agredidas son
menores de entre 12 y 13 años, por lo
que el agresor se apoyaba en la superioridad que le aportaba su diferencia de
edad para lograr sus objetivos. Según relatan los medios, las jóvenes se
animaron a denunciar el abuso tras haber recibido charlas a cargo de la Policía
Nacional en el marco del Plan Director para la Convivencia y la Seguridad.
De lo que no hablan los medios
es, sin embargo, de por qué once niñas que son agredidas sexualmente en su
propio centro de estudios no han denunciado antes, cuánto tiempo llevarían
produciéndose estos abusos sin recibir respuesta, ni cuáles son las causas
directas y estructurales de este tipo de comportamientos machistas y opresores.
Si continuamos obviando la gravedad de este tipo de asuntos y reduciéndolos a
la entradilla de una noticia en la que 3/4 partes del contenido son una oda a
la intervención policial y una exposición detallada de sus programas de
actuación, la agresión quedará como algo anecdótico y seguirán reproduciéndose
hasta que empecemos a señalar, a denunciar, a analizar por qué ocurre esto y a
visibilizar su gravedad.
Mientras sigamos educando en un
sistema patriarcal en el que absolutamente todo (cine, publicidad, mundo
laboral, familia, ocio, moda, relaciones sociales…) nos etiqueta en unos roles
y actitudes determinadas según nuestro sexo, en los que la mujer asume el
género sumiso y el hombre el dominante, seguirán reproduciéndose esta clase
situaciones completamente despreciables y criminales.
Mientras sigamos reforzando con
nuestras palabras y nuestras acciones la cultura de la violación en la que
vivimos seguirá habiendo niñas, jóvenes y mujeres que no se atrevan a denunciar
acoso, violaciones o maltrato por miedo a recibir la mirada acusadora del
entorno, a tener que afrontar las críticas y las pésimas acusaciones de una
sociedad que se empeñará en justificar el delito culpabilizando a la víctima.
Desde la Asamblea de Mujeres
Libres de Guadalajara denunciamos los hechos acontecidos recientemente en
nuestra ciudad y señalamos al agresor como un hijo sano del patriarcado. Rechazamos
y despreciamos cualquier abuso sexual y remarcamos la importancia de
combatirlos en las aulas, en la calle, en el trabajo… Denunciamos, además, el
agravante de la agresión al ser las víctimas menores de edad; esta situación tan
horrible que han vivido podría generar traumas o
dificultar a las niñas el desarrollo de una sexualidad sana en el futuro. Todo
nuestro apoyo y solidaridad para las niñas afectadas y sus familiares.
¡NI UNA AGRESIÓN
MÁS!
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