El ayuntamiento de Guadalajara ha decidido agasajar a su
pueblo con tres nuevas estatuas. A pesar de que la oferta social y cultural de
la capital es paupérrima, el ente local parece preferir gastar el dinero en
estatuas que invertirlo en ayuda social o cultura para todas y todos.
Con buen criterio, podríamos pensar que el arte, en
cualquiera de sus expresiones, es cultura, y por lo tanto, no tendríamos nada
que objetar ante esta propuesta. Ahora bien, lejos de motivaciones culturales o
artísticas, el Ayuntamiento de nuestra ciudad parece querer pintar un paisaje
anacrónico, arcaico y reaccionario. Tras habernos colado una estatua del papa
(viva el Estado aconfesional y laico), el alcalde y su equipo atacan de nuevo
con tres propuestas que supondrán un gasto de más o menos 119000 €. Como
podemos leer en el BOP del 20 de mayo de 2015, las propuestas se sitúan en la
misma línea que la del papa: dos nazarenos, un comendador de Calatrava y una
Bella Durmiente.
A la exaltación del catolicismo, en la figura que ensalza
además una orden militar y de marcado
carácter aristocrático como es la de
Calatrava y en la de los nazarenos de semana santa, se suma ahora la que quizá
sea la figura femenina más pasiva de la historia de los cuentos.
Guadalajara es reconocida a nivel internacional por
albergar cada año en el mes de junio el Cuentacuentos. Parece lógico y alabable
que el consistorio rinda homenaje al evento más importante de su ciudad con un
personaje de un cuento. Pero nos llama poderosamente la atención que entre
papas, nazarenos y militares católicos, el único personaje que se les ocurra
rescatar sea la Bella Durmiente. Imaginamos que las estatuas representarán a
una mujer dormida, pasiva, y, quizá a un príncipe que la rescate.
Los gobernantes se retratan y de paso, nos la cuelan.
Entre los miles de personajes del folklore popular, entre los millones de
cuentos, han elegido aquel que representa su idea de la feminidad. Entre
hombres ilustres, activos y luchadores (de su “bando”, por supuesto) aparecerá
una mujer que duerme, que no habla, que no participa ni estudia. Una muñeca
callada y adormecida, como nos quieren a nosotras mismas. La que se deja
“salvar” y va de la mano de su “salvador”. La que espera paciente, sin
quejarse, sin llamar la atención, a que llegue el nazareno hasta ella, y la
bese, y no la toque hasta que el papa, con su mano en alto, le dé a él el
beneplácito.
En fin, que el dinero que el Ayuntamiento podría dedicar
a que lxs desahuciadxs no se queden en la calle, a que lxs niñxs coman tres
veces al día, a que las mujeres maltratadas tengan opciones dignas para
continuar con su vida, a que lxs paradxs puedan encontrar un empleo, a que lxs
mayores no se vean solxs y las personas con diversidad funcional tengan la
asistencia que requieran, lo emplean en sepultar con piedras católicas y
patriarcales la poca diversidad y libertad que hay en nuestra ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario