¿POR QUÉ TENEMOS QUE
JUNTARNOS EN ESPACIOS NO MIXTOS SI NUESTRO OBJETIVO ES LA IGUALDAD?
Cuentan que una vez un hombre
pidió asistir a una asamblea de mujeres, preocupado por la opresión que estas
sufrían por parte del patriarcado, y cuentan incluso, que asistió y su voz no
fue la más escuchada en la misma, por último cuentan que ¡se cuestionaba sus
privilegios como hombre! y es más ¡¡¡trabajaba y se esforzaba para perderlos!!!
Suena a cuento realmente ¿verdad?
Dado que lo anteriormente
contado, efectivamente es algo irreal, que pasa en ocasiones muy puntuales,
porque excepciones siempre las hay, no decimos lo contrario. Creemos que no es
necesario justificar la existencia de los espacios no mixtos, debería de bastar
con decir que nos gusta, lo vemos una herramienta útil para nosotras, y estamos
muy a gusto en él.
Después de pasar toda la vida
acudiendo a asambleas, reuniones o demás espacios públicos a escuchar los
gritos de hombres enfurecidos (porque siempre parecen enfurecidos, no entiendo
por qué), de ver como se interrumpen constantemente unos a otros (increíble
cómo pueden aclarase a discutir así), de ver como se levantan de la silla y
gesticulan exageradamente (con lo cansado que debe ser esto), después de mucho
tiempo en esos espacios, por fin uno donde no
suceden esas cosas, donde no hay que mostrar una actitud agresiva, ni
gritar, ni gesticular fervientemente al hablar. Un espacio compuesto solo de
mujeres muestra otro tipo de dinámicas, se convierte en un espacio mucho más cómodo
para nosotras, un lugar desde el cual tomar conciencia de la masculinización de
otros espacios, de la necesidad de cambiar esto (y otras cientos de cosas, la
lista es infinita vaya) y un lugar donde coger fuerzas para enfrentarnos a un
mundo construido para ponérnoslo difícil.
Siempre han existido señores y
esclavos, obreros y burgueses, oprimidos y opresores (o como sea la frase), y
siempre los esclavos, campesinos, obreros, oprimidos varios, se han organizado
en grupos sin contar con sus oponentes (y sin contar mucho con nosotras dicho
sea de paso), y siempre lo hemos visto natural. Somos conscientes de la
necesidad de que los grupos oprimidos hagan piña para analizar su opresión y
proponer estrategias de lucha para superar esta. Pero cuando las mujeres nos
juntamos para hacer piña, grupo, analizar nuestra opresión y elaborar
estrategias para superarla ya no nos parece tan natural, nos parece hasta mal,
y se nos dice que esta feo eso de juntarse sin contar con los compañeros. Ya
nos vale a las mujeres organizarnos sin contar con los hombres, ya les vale a
los obreros no llamar a sus jefes a sus asambleas para juntos proponer una
solución, que diferente suena ¿no?
Y es que ya nos vale a las
mujeres, ni que la historia no nos hubiese enseñado nada, mujeres cabezotas que
nos empeñamos en luchar por nosotras mismas sin contar con los hombres, con lo
que nos han ayudado anteriormente. Primero los abolicionistas les dijeron a las
sufragistas: “mujeres que queréis el voto luchad con nosotros por la abolición
de la esclavitud y por el derecho de los negros a votar, y nosotros lucharemos
por conquistar vuestro voto”, y las mujeres lucharon y los negros consiguieron
el voto ¿Y las mujeres?; luego los obreros les dijeron a las obreras: “obreras del mundo luchad con nosotros para
acabar con el capitalismo, y el patriarcado desaparecerá también”, y las
obreras lucharon por superar el capitalismo e incluso en alguna parte se dieron
pasos importantes en su superación ¿Y las mujeres?. Dos veces vale, podemos
caer, pero ya una va adquiriendo algo de experiencia en estas cosas y se va
fiando menos.
Hombres que estéis ahí si de
verdad tenéis tanto interés en nuestra lucha pensároslo dos veces antes de
gritar en una reunión, pensároslo dos veces antes de estigmatizar a una mujer
porque haga un libre uso de su cuerpo y su sexualidad, pensároslo dos veces
antes de intentar invisibilizarnos…
No queremos excluiros de nuestra
lucha, simplemente queremos liderarla nosotras.
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