El pasado siete de noviembre un número indeterminado de personas (esta
información no ha transcendido y los medios sólo hablan de “multitud”) nos
reunimos en Madrid para poner en evidencia la gravedad de un problema que nos
afecta cada día, el de la violencia machista en todas sus expresiones, y que se
culmina, como tristemente vemos cada semana, con el asesinato de mujeres.
Como sabemos, el leitmotiv de la convocatoria era elevar al Gobierno la petición de que las violencias machistas se conviertan en una “cuestión de Estado”. Lo cierto es que el Estado, ese supuesto garante de seguridad y libertad individual, parece estar más interesado en reprimir y encarcelar por razones ideológicas y defender su “unidad” sobre la base de un papel de tintes decimonónicos que en atender los reales y urgentes problemas que el Estado español presenta.
Somos conscientes de que el trabajo que tenemos
por delante es arduo y requiere tiempo y dedicación. Es un trabajo diario,
desde abajo, entre iguales. Con buena intención, pero imbuidas de prejuicios
machistas y patriarcales, algunas personas portaban carteles y coreaban
consignas que, lejos de suponer un mensaje de ánimo y apoyo, suponen una
inversión de la culpa y hacen recaer sobre la víctima la responsabilidad de las
agresiones que sufren. Es esencial hacer comprender a la sociedad que los
asesinatos machistas no son producto de la locura o maldad de un individuo,
sino la consecuencia más extrema de este sistema que privilegia a un género
sobre otro en todos los aspectos de la vida.
Controlar, humillar, vejar, insultar, menospreciar, ya tal. |
Lo importante de esta convocatoria no está en el
Estado. Tampoco en las siglas manchadas de complicidad con el patriarcado, ni
en el oportunismo de candidatxs que coparon las noticias y las fotografías de
los medios y que, como no ignoramos, se suman a cualquier iniciativa de la que
puedan obtener algún rédito político. Y no, lo más importante, por mucho que
les extrañe, no eran esos hombres que haciendo gala de su masculinidad
quisieron (o no pudieron evitar por la fuerza de la costumbre) copar una
manifestación en la que, como gritamos hasta la saciedad, el protagonista debería
haber sido el movimiento feminista.
Lo más bochornoso del oportunismo |
Lo importante de esta convocatoria es que cada vez
más personas somos conscientes de que el patriarcado es un sistema opresor y asesino;
que el compañerismo y la sororidad nos hacen fuertes; que el feminismo llegó
para quedarse y sacudir el patriarcado; que las mujeres no están solas, ni
quietas, ni sumisas.
Y con este convencimiento nos reunimos cerca de 90
personas en Guadalajara el miércoles, tras un fin de semana en el que los
terroristas machistas habían vuelto a actuar. Entendemos que no es producto de
la casualidad que tras la mayor demostración de repulsa a la violencia de
género se sucedieran en pocas horas siete asesinatos. Es la reacción brutal de
quien se sabe amenazado, de quien sabe que su poder se tambalea. Por eso
gritamos que la lucha sigue, cada vez con más compañerxs implicadxs en ella y
sobre todo que
SI TOCAN A UNA, RESPONDEMOS TODAS
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