“Si el feminismo
no fuese lo contrario al machismo tendría que llamarse humanismo o
igualitarismo”… Woow! ¡Qué
réplica! ¡Qué argumento! ¡Que astuto por tu parte ir a la etimología de la
palabra! Cuéntanos hábil compañero, ¿qué es lo que te molesta más? ¿Qué no se
aluda a los hombres en el término que define a un movimiento igualitarista o
que ese movimiento ataque a tus privilegios como hombre? “¡No, si lo que no me convence es la palabra!”- responderás -, ¡por
supuesto! tú eres un claro defensor de la igualdad entre hombres y mujeres,
pero es que “la palabra feminismo echa
para atrás a mucha gente y, además, (agradecedme el consejo), debilita vuestra
lucha… podrías mejor hablar de personas, de seres humanos ¿no?”. Claro que
sí, campeón, y podemos hablar de seres, sujetos, individuos, entes… ¿pero de
mujeres? ¡Naaaa!
Podemos imaginar, desde la gran empatía que nos
otorga por arte de magia la feminidad que se nos ha asignado, lo duro que debe
ser sentir que no eres el centro de algo, especialmente a vosotros que no
estáis acostumbrados a sentiros invisibilizados. Pero es precisamente esa
invisibilización la que llevan sufriendo las mujeres a lo largo de la Historia,
sometidas al paradigma androcéntrico desde los hechos hasta las palabras (¿o
acaso no hablamos de “el hombre” para designar a “la humanidad”? ¿acaso no
usamos el masculino como genérico?). Si tanto crees en la igualdad no sé por
qué debería incomodarte que el término que designa al movimiento de reivindicación
de los derechos de las mujeres, como parte del género humano que son, y su
reconocimiento como tal en todos los ámbitos de la sociedad no aluda a los
hombres. Touché ¿eh?
Y no, no vamos a llamarnos “humanistas” ni
“igualitaristas”, principalmente porque son conceptos preexistentes que dejan
de lado muchas de las cuestiones que aborda el feminismo, no tratan la igualdad
de género ni se plantean la interseccionalidad, por ejemplo. No te encabezones,
busca una enciclopedia.
El término “feminista” empezó a usarse en el s.XIX
para referirse de forma peyorativa a las personas que apoyaban la lucha de las
mujeres por la igualdad de derechos pero, algo más adelante, fueron las
sufragistas quienes se reapropiaron del término para darle un enfoque positivo
y nuevos significados. Nosotras, temibles y despiadadas hembristas de
incógnito, lo mantenemos, lo
reivindicamos y lo abrazamos, orgullosas de cada una de las mujeres (“Féminas”)
que batallaron sin descanso por cada pequeño gran triunfo del feminismo.
No vengas a abrir debates vanos ni a decirnos cómo
llamarnos para que nos hagas el favor de ser feminista sin incomodarte.
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