La idea sobre el amor romántico nace
de la perspectiva en la que las personas han alcanzado una gran felicidad y
satisfacción gracias a estar con una pareja que hace posible aquellas
expectativas que se han establecido de manera personal y que alimentan una
construcción de la relación idílica, lo cual es muy peligroso ya que este
sentimiento idealiza a la persona con la que se mantiene la relación.
Pero, ¿por qué o en qué momento en
nuestro ideario se crea un prototipo de relación ideal? Desde pequeños/as los
diferentes medios de comunicación (televisión, cine, teatro, publicidad,
literatura, etc.) junto con las instituciones que nos rodean (familia, religión
y Estado) nos han redirigido la manera de concebir las relaciones afectivas
favoreciendo aquellos tópicos asociados al amor romántico, los cuales se
terminan interiorizando de manera inconsciente y que van a influir en nuestras
creencias y actos a la hora de mantener una relación. De esta manera, se
establece lo que es aceptable, normal y deseable en las relaciones de pareja;
la contrapartida es que se crean unas expectativas irreales y se inculca un
prototipo de relación. Pongamos algunas de estas ideas básicas sobre los mitos
del amor romántico sobre la mesa para intentar reconocerlas:
-
Entregarse de manera incondicional
a la otra persona, haciendo de ésta la persona fundamental y única de la
existencia porque es “el amor de nuestra vida”. Es la idea del “amor
predestinado” y el mito de la “media naranja”, como si fuera necesario el amor
de pareja para sentirse completo/a en la vida. En este punto se distorsionan
nuestras funciones cognitivas, de tal manera que cuando una persona está
enamorada de otra es porque existe una “química especial” que produce el
“enamoramiento” y está dirigida únicamente hacia esa persona en concreto. Lo
que lleva a creer que sólo existe un amor “verdadero” en la vida, de tal manera
que si se deja pasar jamás se volverá a encontrar. Y por su puesto, ¡cómo no!
Si es para toda la vida qué mínimo que la pasión perdure eternamente, una
pasión que defiende que el amor romántico y pasional de los primeros meses
puede y debe perdurar tras años de relación. Y no debemos olvidar que el amor y
el enamoramiento no son equivalentes, que el tiempo y la evolución personal
hacen cambiar el amor.
-
Perdonar y justificar todo en
nombre del amor: “el amor todo lo puede”. Como si todos los conflictos que
puedan ocurrir en la primera fase de la relación fueran propios del proceso de
adaptación de la pareja. Esta creencia puede llevar a aceptar y tolerar
comportamientos de la pareja claramente ofensivos desde el convencimiento de
que los cambiará “porque te ama”. Su aceptación puede generar dificultades al
usarse como excusa para no modificar determinados comportamientos o mal interpretar
conflictos de pareja, pudiendo desembocar en la utilización de argumentos
basados en el chantaje para manipular la voluntad de la pareja imponiendo
criterios propios, una muy buena es la de: “si no me perdonas, es que no me
amas de verdad”. ¡OJO! Esta creencia puede justificar cualquier tipo de
maltrato, amar no es sinónimo de sufrimiento y tampoco es compatible a
agresiones de cualquier tipo. Porque por amor no va a cambiar y tú tampoco vas
a poder hacer cambiar, es muy habitual el síndrome de juguete roto entre las
mujeres. Y jamás debemos caer en la trampa de que los polos opuestos se atraen
porque es mentira. La realidad demuestra que cuantas más cosas se tienen en
común, mejor se entienden las parejas.
-
“El amor es lo más importante y
requiere entrega total”. Como si sólo se pudiese ser feliz si se tiene pareja y
dar esa felicidad al otro/a. Esto, en muchas ocasiones lleva a dar una entrega
total que puede conducir al olvido de la propia vida e identidad, dependencia
de la otra persona y plena adaptación a ella, postergando y sacrificando lo
propio sin esperar reciprocidad ni gratitud, es decir, sacrificar el 'yo' para
identificarse con el otro/a. Y mucho cuidado con creer que si se ama se debe
renunciar a la intimidad, los secretos pueden existir y la pareja no tiene
porqué saber todo sobre la otra parte.
-
“El amor implica exclusividad”,
vamos, que no puedes sentir atracción por otras personas, y si pasa esto es que
no se quiere realmente a la pareja (exclusividad y fidelidad como pruebas de
amor). ¡Eso si! Sin olvidarnos de que esa fidelidad y esa exclusividad tiene
juicios diferentes para hombres y para mujeres, lo que demuestra un mito
realmente sexista. Además, en base a esta exclusividad, se tiende a pensar que
los celos son muestra de amor. De verdad, nada de esto va a conducir a una
unión estable, los celos son destructivos tanto en la pareja como a nivel
personal.
-
Si la otra persona me ama, sabrá
qué me pasa cuando me siento triste, enfadado/a... sin tener que preguntármelo,
vamos, como si la telepatía fuera un medio de comunicación.
A menudo, siguiendo estas ideas
sobre el amor romántico, las mujeres nos volvemos reticentes a aceptar que la
relación de pareja no es satisfactoria. Además, tampoco se identifican esos
comportamientos de la pareja como abusos. Por ese motivo, si hace falta, en
nombre del amor se debe soportar este abuso: humillaciones, insultos,
chantajes, faltas de respeto, limitaciones de la libertad, imposiciones... Por
otro lado, también hay un componente de seguridad que perciben en sus parejas y
que no podrían encontrar en otro lugar. Mientras, los hombres utilizan este
modelo de amor romántico como medio de control y dominio sobre las mujeres,
sean o no conscientes de ello. Así, se refuerza el mecanismo de sumisión, la dependencia
mutua y la desigualdad dentro de nuestra relación de pareja.
Llegados a este punto es relevante
señalar que el adjetivo mito tiene un carácter irreal, idílico. No va a
ocurrir, así que no esperéis ese tipo de amor porque sólo conduce a la frustración
y a la sensación de fracaso. Pero eso no significa que el amor no exista, tan
solo es que no es cómo nos lo han contado.
En muchas de las historias de amor
de la literatura, el cine, la televisión..., se percibe una exaltación por las
desgracias, los amores imposibles y una idealización del amor y de la persona
estimada. Pero el amor basado en el respeto por la individualidad del otro/a,
en el conocimiento y la aceptación real de esa persona, en el enriquecimiento
mutuo y la capacidad de resolver problemas, no es novelesco. El amor “feliz” de
la tranquilidad cotidiana y el afecto sostenido no tiene historia y al ser
invisible no se hace tan deseoso como “la pareja tempestuosa”.
Aún así, es normal que dentro de una
relación de pareja se produzcan conflictos, lo importante es tener una
perspectiva positiva respecto a él, ser asertivo/a, es decir, intentando ser
sensibles y justos/as con las personas con quien se tiene el problema, pero
también debemos ser firmes en hacer valer nuestras necesidades buscando
soluciones.
Por lo que debemos tener en cuenta
que las relaciones positivas son las que nos hacen sentir bien y nos ayudan a
vivir y a crecer como personas. Si una relación de manera reiterada nos hace
sentir mal, nuestro consejo es abandonarla.
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